jueves, 30 de enero de 2020

¿Colegio británico?, no gracias

Volando, con mucho tiempo y leo que el Ronda de Iberia de enero 2020 tiene un reportaje especial sobre educación en el 2020. Y me encuentro con que el reportaje es en realidad un anuncio publicitario que empieza con el King´s College con el subtítulo de “Educación británica de calidad”. Y me empiezo a reír por la ironía del subtítulo. Y de repente me entra la tristeza, el horror de la educación británica, que jamás llega ni llegará a la calidad de los colegios públicos de los distintos países europeos, americanos, posiblemente asiáticos y africanos me atrevería a decir. Y empiezo a entender que a base de decir en voz alta que la educación británica es de calidad, los británicos han conseguido montar un lema que propicia colegios británicos por doquier, engañando a padres y estudiantes en distintos países, como si no fuera suficiente engañar a los padres y estudiantes británicos en el Reino Unido. Y me acuerdo de Meghan Markle y de su decisión de abandonar el Reino Unido, y pienso en lo beneficioso que sería para cualquier estudiante abandonar un colegio británico e ir a un colegio público de su país o mandarlos a todos fuera del Reino Unido a estudiar bajo el sistema educativo de cualquier otro país. Sistemas educativos donde hay maestros y profesores cualificados, que además se preocupan por el alumnado. Y pienso en los pobres padres, padres que a lo mejor hacen sacrificios por mandar a sus hijos a un colegio británico pensando que sus hijos tendrán más oportunidades. Padres que llegan a pagar los 3000 o 5000 euros anuales que puede llegar a costar el King´s College. Padres que no saben que están metiendo a sus hijos en la peor pesadilla educativa que probablemente existe ahora en el mundo.
Pero desgranemos partes del artículo. En el segundo párrafo leemos sobre la calidad de la educación británica a través de un “currículo británico” que “enfatiza fuertes valores académicos a través del aprendizaje práctico”. El problema del currículo británico y de su aprendizaje práctico es que el aprendizaje se hace a través de ejemplos muy concretos sin llegar jamás a desarrollar el pensamiento abstracto. Las teorías inacabadas sobre el pensamiento abstracto de Vygotsky son desconocidas para el sistema educativo británico y sus pobremente cualificados maestros y profesores. Ni siquiera en los departamentos de las universidades británicas se conocen las teorías sobre pensamiento abstracto como muy bien me comentó en su día la doctora Colette Murphy de la universidad Trinity College de Dublín (Irlanda). Y ¿qué significa esto? Por ejemplo, que no es necesario enseñar gramática, o la propiedad conmutativa de la suma. Según los pobremente cualificados maestros y profesores británicos es imposible enseñar nada abstracto antes de los 16 años. Pero no enseñar gramática, ni la propiedad conmutativa de la suma implica una desventaja de entre 10-12 años para los estudiantes que van a un colegio británico respecto de los estudiantes que van a un colegio no británico. Una desventaja que hará que no sean tan ágiles a la hora de cambiar de trabajo, ni de adaptarse a los posibles nuevos trabajos que salgan.
Seguimos leyendo en ese segundo párrafo (página 56) sobre los profesores “nativos” (de la Gran Bretaña) y “formados en Gran Bretaña”. Y me echo a temblar. La triste realidad es que los profesores nativos no se saben gramática inglesa, del inglés, porque hace más de 40 años que no se enseña en los colegios británicos (ya sean públicos o privados). Es decir, cada profesor británico sabe el inglés de su barrio. Así es como han conseguido los británicos mantener sus distintas pronunciaciones por los siglos de los siglos. No porque les guste el terruño, sino porque no tienen otra opción. Por lo que esos profesores nativos enseñarán todos los errores de su barrio, puesto que no han sido corregidos por ningún otro profesor. Esto hará que el inglés aprendido en un colegio británico sea gramaticalmente débil, y por tanto no sirva para conseguir trabajo. Y es que en Gran Bretaña las empresas no admiten currículos mal escritos, sino que deben ser perfectos desde el punto de vista de la gramática y la ortografía. O como me comentó una profesora nativa que mandaron a Vietnam, “el British Council me dio un curso rápido de gramática inglesa para ir al extranjero”. ¡Un curso rápido a los 21 años!
Es más, la formación del profesorado en Gran Bretaña deja mucho que desear. Para empezar hace tiempo que no existe la formación del maestro de primaria. Es decir, un maestro de primaria británico no puede competir con ningún maestro de primaria no británico, ya sea español o finlandés. Si se pregunta a los maestros de primaria formados en Gran Bretaña como mucho dirán que han hecho un grado en estudios de “educación”. Pero estos estudios no están dirigidos a convertirlos en maestros, sino que están combinados con otros estudios como historia, gestión de empresas, recursos humanos. Y es que haciendo estudios de educación se aprende a manejar el comportamiento de los niños. Algo que las empresas entienden cómo manejar el comportamiento de las personas. Una persona que hace estudios de educación está bastante bien considerada a la hora de entrar en empresas, en puestos donde haya que gestionar a personas. Total, lo más normal es encontrarse como maestro de primaria británico a alguien que no tiene ni un tercio de la formación de los maestros europeos o americanos (desde el Norte al Sur de América).
Siguiendo con la escasa cualificación del personal de un colegio británico, existen 7 vías distintas para llegar al profesorado de secundaria, de las cuales sólo 2 incluyen un cierto grado de formación, mucho menor que el exigido en España. Es decir, el profesorado británico de secundaria y bachillerato está escasamente cualificado para enseñar de acuerdo con la regulación de los sistemas educativos en otros países.
Todo esto lleva a la conclusión de que los colegios británicos, por los que llega a pagarse hasta 20000 euros al año, son el timo de la educación. Es más, la escasa formación de los maestros y profesores se complementa con la clasificación de los estudiantes a la tierna edad de 5 o 6 años de acuerdo con su entorno económico (adiós a mejores oportunidades para estudiantes cuyos padres se están sacrificando), cultural (adiós a mejores oportunidades para hijos cuyos padres tienen una pobre cultura aunque hayan conseguido tener el negocio del siglo) o social (adiós a mejores oportunidades para hijos cuyos padres tienen poco linaje social, como es el caso de Meghan Markle).
Y es que la sociedad británica, en la que se ha desarrollado la educación británica, está dividida en clases sociales, económicas y culturales en la que uno nace, se desarrolla y muere. Un poco como las castas hindúes de las que aprendemos en los libros. Una sociedad que no ha evolucionado socialmente desde la Edad Media. Y por lo tanto el papel de los maestros y profesores es mantener a cada niño en su sitio, asegurándose de que vayan a estudiar o no lo que su clase social, económica o cultural les permite. Y esto lo hacen usando estadísticas y unos apps desarrollados por ONGs como la FFT (Fischer Family Trust) que les informa sobre lo que los estudiantes pueden hacer en cada momento Es decir, no hace falta la formación en un maestro o profesor británico porque no necesitan evaluar la capacidad del alumnado para aprender en ningún momento. Basta con decirle a un niño durante 10-12 años de su vida qué ejercicios puede o no puede practicar. Y esta es la razón por la que los libros británicos están divididos por niveles, que se adjudican por estatus social, económico o cultural.
Y luego llega el testimonio de una alumna, que después de pasar por un colegio británico no le queda otra opción que ir a una universidad británica donde verá cómo sus compañeros provenientes de colegios no británicos están mejor preparados que ella. Y es que las famosas universidades de Oxford y Cambridge, en las que teóricamente se entra con un notable o sobresaliente, en realidad están pidiendo el equivalente de un suficiente no británico. Porque hasta las notas británicas son otro timo a nivel nacional. Se  da un notable en matemáticas si se saca un 4.8 en el examen nacional, algo nunca visto en ningún otro país.
Pero lo peor del testimonio de la alumna es que en el colegio británico “nos hicieron sentir que podíamos lograr nuestros objetivos”. No es lo mismo los objetivos en la educación española, donde los maestros y profesores quieren que todos los alumnos aprendan todo, que los objetivos de la educación británica, asignados de acuerdo con el estatus social, económico o cultura, donde los maestros y profesores quieren que los alumnos aprendan mucho, algo o poco según su estatus. Es decir, en un colegio británico a Meghan Markle le tocaría haber aprendido 3 de cada 10 objetivos, mientras que al príncipe Harry le tocaba haber aprendido 10 objetivos de cada 10. Y tanto a Meghan como a Harry les habrían dicho lo bien que lo estaban haciendo con sus correspondientes objetivos. Para cuando hubiera llegado al final de la secundaria Meghan habría visto sus posibilidades de salir adelante visiblemente reducidas, mientras que Harry tendría todas las posibilidades para hacerse un futuro.
Y pasando página nos encontramos con “metodologías pedagógicas innovadoras”. Cuando no existe la profesionalidad entre maestros y profesores cualquier pedagogía es válida, puesto que no tiene por qué ser defendida, ni probada. Esto puede llevar a catástrofes tales como dejar que los alumnos aprendan ellos solos. ¿Se imaginan si yo le dijera mi niño de 2 años aprende tú sólo a manejar un cuchillo?
Y por último me da pena que otros colegios privados españoles aparezcan al lado del reportaje sobre la enseñanza británica. Los colegios privados españoles harían bien en separarse de los ideales de la educación británica que no llevan a ninguna parte. Primero porque no lo necesitan, segundo porque la inferior calidad educativa de los colegios británicos les podría salpicar en un futuro próximo.

martes, 29 de octubre de 2019

Enseñanza británica, no gracias


Querido maestro británico,
Le escribo desde la tristeza, el horror y el espanto que ha supuesto que mis hijos terminen su enseñanza obligatoria en el Reino Unido (Inglaterra). Tristeza porque han recibido una enseñanza propia del tercer mundo con las herramientas y especialistas del primer mundo. Horror por las consecuencias que la enseñanza británica tendrá para el resto de sus vidas. Espanto ante la desgraciada realidad de la enseñanza obligatoria británica.
Cuando llegué al Reino Unido me fascinó que no tuviera que comprarle a mis hijos ni siquiera un lápiz para ir al colegio. También quedé encantada con el colegio, que contaba con dispositivos que jamás vi en mi país natal: portátiles, robots, campos de fútbol…¡En primaria! Sin embargo, todavía me acuerdo del día en que le pedí que nos aconsejara libros de las asignaturas, para que mis hijos pudieran aprender el vocabulario en casa, pues tenían que aprender además una segunda lengua en la que entenderlo todo. Ese día usted me miró con extrañeza, sin comprensión. Tuve que repetirle la pregunta. Primero me dijo usted que no me preocupara porque no supieran inglés, que eso se arreglaba sólo en la secundaria, y yo le hice caso, no me preocupé. Luego me dijo que en los colegios ingleses no se usan libros. Ante mi insistencia, me indicó usted, con cierta resistencia y negatividad, unos libros llenos de letras en colorines, más parecidos a los libros del ratón Gerónimo Stilton, donde es difícil encontrar la información entre bromas y colores y letras que cambian sin estar organizados. Aunque usted no lo crea yo usé esos libros para leer un poco todos los días, explicarle la gramática inglesa que me explicaron a mí en su día, de modo que el día a día en el colegio fuera un poco más amable para mis hijos.
Como le decía, le hice caso y esperé a que la secundaria arreglara sola el problema de que el inglés fuera su segunda lengua, puesto que era eso lo que usted me había dicho. Pero mire, ahí se equivocó usted, porque en secundaria los profesores me miraban con pena cuando yo les decía que en casa hablábamos español, para que no lo perdieran. En secundaria no le enseñaron ninguna gramática inglesa a mis hijos. Eso sí, ellos aprendieron bien el dialecto local, de sus compañeros, con todas las faltas gramaticales que conllevaban. Mientras tanto la profesora de francés usaba palabras gramaticales, como conjugación de los verbos, que la de inglés no había mencionado nunca. Les pusieron clases de inglés extra a mis hijos para que no tuvieran dificultades con el inglés. Pero siguieron sin enseñarles gramática. Tengo una hija que va a acabar la secundaria, y a la cual le corrijo yo el inglés, ya que ningún maestro, ni profesor se ha molestado en enseñarle gramática. Es más, no es importante enseñarle la gramática para que pueda expresarse mejor. Esto me lo ha dicho su profesor de inglés. Lo único que tiene que hacer es practicar los ejercicios y la gramática sale sola. Su profesor de inglés me ha dicho que él mismo no ha estudiado gramática inglesa. El estupor con que recibí dicha noticia me dejó atónita para el resto del día.
¿Cómo puede una persona que no sabe gramática inglesa estar enseñando inglés en secundaria? Eso no pasaría en mi país “inferior” de primer mundo. Veo el anuncio en la tele para convencer a la gente de probar a ser profesores de secundaria y empiezo a entender las noticias de que hay crisis de profesorado en el Reino Unido (Inglaterra). Empiezo a hablar con otra gente y descubro con horror que a ningún alumno inglés, no extranjero, sino inglés se le enseña la gramática de su propia lengua. De esta manera se explica que la gente de determinados barrios no puedan aspirar a ser algo distinto que sus padres. Se discrimina a la población a través de la educación. ¿Es esta la famosa y privilegiada enseñanza británica? Más parece la educación de un sistema dictatorial que mantiene a sus clases sociales bajo un yugo.
¡Qué tristeza! Cientos y cientos de jóvenes obligados a quedarse en sus respectivas clases sociales, económicas o culturales a través de la discriminación ejercida a través de la enseñanza. Mire usted, lo que a mí me ha permitido emigrar, trabajar, y moverme por la vida es la enseñanza de esos maestros y profesores, que casi sin recursos, me enseñaban. Mis padres no tenían que enseñarnos lo que necesitábamos para salir adelante, porque los conocimientos los enseñaban en el colegio. Y daba igual si mi padre era albañil o médico, yo podría llegar a ser lo que me propusiera, ya que las herramientas para llegar me las daba la enseñanza que recibía en el colegio. ¡Qué horror! Miles y miles de jóvenes, el futuro de un país, condenados en sus respectivas clases sociales, económicas o culturales. Y mientras tanto el Reino Unido busca enfermeras, maestros e incluso médicos en el extranjero. Y nosotros los emigrantes venimos en busca de un futuro mejor para nosotros y para nuestros hijos. ¡Qué espanto! Comprender que aunque el futuro es mejor para nosotros, es peor para nuestros hijos gracias a la enseñanza británica.
Se excusan los británicos, diciendo que son muy malos aprendiendo una segunda lengua. Y yo le pregunto: ¿cómo van a aprender una segunda lengua si no se saben la suya? Lo que a mí me ayudó a aprender inglés, fue que sabía lo que era un sustantivo y un adjetivo, y entonces me dijeron que el adjetivo en inglés se ponía siempre antes del sustantivo. Y el profe nos hizo repetir ejercicios, escritos y hablados. Y a lo mejor no tengo una pronunciación perfecta, pero puedo escribir un currículo en inglés, y una carta de presentación que me abre las puertas hacia tener entrevistas y conseguir trabajo. Mi hija no tiene esa suerte. Y esa suerte fue trabajada entre mis maestros y profesores no ingleses y yo. Mi hija ahora mismo no puede regresar a España porque no tiene los conocimientos mínimos, ni de lengua, ni de mates, ni de nada. No pasaría oposiciones ni aunque se lo propusiera, no pasaría una entrevista porque simplemente no sabría ni escribir un currículo correctamente. Y he de decirle además que en su país, el Reino Unido, no se aceptan currículos ni cartas de presentación que no estén correctamente escritos, desde el punto de vista de la gramática y de la ortografía. Es decir, mi hija no tiene futuro en España, pero tampoco tiene futuro en el Reino Unido. Parece una pesadilla, una película de terror. Me imagino que el hecho de ser extranjera no le ayuda, y al venir de un país con la fama de España será para usted normal clasificarla como de clase social baja, o clase económica baja o clase cultural baja, y por tanto cree usted que ha hecho bien su trabajo.
Porque esa es otra, cómo le han dicho a mi hija que no estudie esta o aquella parte de la asignatura que eso no era para ella. Le tengo que decir que mi hija sacaba notables en la primaria española, que ella tenía mandado de casa que hiciera todo lo que el profe o maestro dijera. Lo mismo le dije aquí. Con lo que no contaba era con que el maestro o el profe le iba a decir que cuando hiciera un ejercicio sólo hiciera la primera parte, que el resto no era para ella. El día que entré en el colegio y vi cómo lo hacía el profesor de ciencias, cómo lo hacía el profesor de mates, … se me revolvieron las entrañas. Les decían a unos niños que hicieran toda la pregunta y luego decían “ y a los del nivel bajo hagan sólo la primera parte”. Eso es discriminación. Una cosa es que dichos niños no hayan entendido o aprendido lo que necesitan para hacer el ejercicio y otra es que el profe les diga de entrada que eso no es para ellos. Usted no sabe las circunstancias de los niños. Mis maestros siempre nos exigían lo mismo a todos, pero claro necesitaban más tiempo con algunos que o bien no aprendíamos al mismo ritmo, o no estábamos interesados. Pero mis maestros jamás nos dijeron que no pudiéramos hacer un ejercicio o que no lo intentáramos. Porque ante nuestro maestro éramos todos iguales y dignos de ser enseñados. Lo que usted hace en sus clases es pura discriminación de clases sociales, económicas y culturales. Con lo que usted no contó fue con mi protesta de que estaba discriminando a mi hija, que llegaba demasiado tarde. Porque como usted mismo me dijo a mi hija la está preparando para que saque un suspenso alto. Y la pregunta es ¿por qué? ¿Por qué lleva usted dos años diciéndole a mi hija que no haga este ejercicio, que no lo intente? ¿Qué nota va a sacar si no trabaja los ejercicios? ¿Por qué le dice usted a un alumno que saque un notable y al de al lado le dice que saque un suspenso? ¿Por qué le dice usted a mi hija que es bueno sacar un suspenso para ella? ¿Por qué la está discriminando a tan tierna edad? Deje que la vida más adelante le deje o no hacer, pero ahora mismo le está cortando usted las alas a todos esos jóvenes sin razón justificada. Y lo peor de todo es que yo siempre le dije que confiara en sus maestros y profesores, porque eso es lo que se hace en otros países, en España, en Francia, en Bélgica, en Alemania, en Dinamarca y hasta en Finlandia.
He estado hablando con otros extranjeros, o mejor dicho con hijos de extranjeros. Este era un taxista. Llegó al Reino Unido finalizando la primaria. El chico quería ser médico. En su país natal tenía las mejores notas. Llegó aquí y los maestros y profes le decían que todo lo que hacía estaba bien, lo hiciera bien o mal. Y lo dirigieron ustedes a la clase social, económica o cultural que les pareció. Y cuando acabó la secundaria, con un nivel bajísimo, sin haber aprendido, se dio cuenta de que no podía ser médico, porque simplemente le habían dejado ustedes no aprender, a base de decirle que cualquier cosa que hacía estaba bien. ¿No le da vergüenza jugar con las vidas de niños y jóvenes de esa manera? Como padres nosotros les decimos a nuestros hijos que confíen en sus maestros y profesores porque son el pilar en el cual su futuro se va a basar. Y porque es verdad que si mi hija no respeta a su profesor no va a aprender nada de él. Pero ustedes, los maestros y profesores británicos juegan a ser dioses desde la primaria y clasifican a sus alumnos y los dirigen de modo que no aprendan, no vaya a ser que consigan salir adelante en esta vida.
Mire me da igual si mi hija quiere ser camarera, pero que sea camarera sabiendo buscarse el trabajo. Es decir, tiene que saber escribir un currículo, una carta de presentación y saber hablar inglés correctamente, no con las incorrecciones de Essex o del barrio correspondiente de Londres. Y tiene que saber matemáticas. Tiene que lidiar con los bancos, con los impuestos, con el sueldo que le pagan, con lo que se quiera comprar. Y como encima nos preguntan sobre ciencia, que si las centrales nucleares, que si este tratamiento médico, pues también tendrá que saber algo sobre ciencia.
En mi país hasta el camarero te puede hablar sobre si esta política le parece bien o no, o lo que le pasó el otro día en el hospital, o lo bajo que le parece su sueldo.
Veo el anuncio en la tele del gobierno británico diciendo que se exporte la educación británica. Y empiezo a creer que estoy viviendo una película de terror. ¿Cómo pueden ustedes siquiera pensar en exportar esa mediocridad de enseñanza, donde no importa que un niño aprenda su lengua, o sus mates, o su ciencia? Y al mismo tiempo importan ustedes todo tipo de profesionales de otros países. He visto extranjeros trabajando a todos los niveles: desde las guaguas hasta la universidad. Y eso a pesar de no saber pronunciar inglés perfecto, ni saber gramática inglesa perfecta, pero eso sí, saben más gramática inglesa que sus compañeros de trabajo, porque son capaces de corregir el inglés de los británicos y saben más matemáticas que los mismos.
El otro día me entero de que una profesora alemana enseña inglés, y su gramática en la universidad, y me quedo con la boca abierta. Claro que no debería sorprenderme a estas alturas porque ningún joven de 16 años me sabría decir que ponga siempre el adjetivo delante del sustantivo y darme ejemplos y ponerme a practicar. Me dejarían que siguiera con mis errores para que no progresara. Me parece la enseñanza británica enferma, y buscadora de una sola cosa: no progreses, que se quede cada uno en su clase social, o económica o cultural. Para eso está muy bien diseñada y los maestros y profesores británicos han aprendido muy bien qué tienen que hacer para que sus alumnos no sean iguales ante ellos.
Oigo el anuncio en la radio española sobre la prestigiosa enseñanza británica y se me ponen los pelos como carne de gallina. Y pienso en amigos que tienen a sus hijos en colegios de pago británicos en España y se me eriza el vello una vez más. Amigos que pagan un colegio pensando que sus hijos tendrán como mínimo las mismas oportunidades que ellos. Y casi me da por rezar. Rezar porque los colegios británicos en otros países estén siendo inspeccionados para que cumplan con los requisitos mínimos del país correspondiente, que créame serán requisitos de primer mundo, quizás con recursos pobres como libros, pero requisitos que servirán de apoyo a esos niños para un futuro mejor. Rezar para que esos colegios británicos en el extranjero no tengan ni maestros ni profes británicos que lo único que saben hacer es discriminar a sus alumnos. Permítame que le diga que la enseñanza británica obligatoria no sirve ni para hacer una FP[1].
El otro día me enteré que no existe la carrera universitaria  de maestro en el Reino Unido. Para ser maestro en el Reino Unido se necesita pasar un examen de inglés y mates muy básico, y haber hecho cualquier carrera. Eso sí, pasan un año observando y ayudando en clase y con alguna enseñanza universitaria si tienen suerte. ¿Cree usted que eso cualifica a un maestro como tal? Por lo visto no tienen ustedes ni idea de la psicología de un niño. Si el niño no quiere hacer un ejercicio piensan ustedes que le tiene que poner un reto. ¿Cree usted que cuando yo le digo a mi hijo que recoja el juguete que dejó tirado en la sala y no lo hace, le tengo que poner un reto? No, como autoridad le digo que lo recoja, le explico que es una regla básica de convivencia, le advierto del peligro que puede tener para otra persona, etc. Pero no me invento un reto a ver si lo hace. Hay cosas que simplemente hay que hacer, como respirar y comer. Y el niño, porque es niño, no lo comprende, le parece aburrido. Y como yo, no se empieza a comprender hasta que se es joven o incluso adulto. Y entonces te acuerdas y agradeces que alguien estuvo ahí y te lo enseñó. Pero usted ha dejado que mi hija no haga ejercicios cientos de veces y no le ha parecido mal. Es más no advirtió ni una sola vez a los padres de determinados comportamientos en la clase. Porque dentro de la política de tener a las clases sociales, económicas o culturales en su sitio es lo que tenía que hacer. No decir nada a los padres para que no se salgan de su clase.
Déjeme que le diga que como maestro profesional no le llega usted ni a la altura de los zapatos a los peores maestros que he tenido en mi vida. No le llega usted, ni en formación, ni en práctica. La discriminación que sufren los niños y jóvenes en su país en el lugar en el que los padres confían, el colegio, no tiene nombre ni calificación. Casi pareciera un sistema medieval. Así es como me lo imagino yo, o una de esas películas de ahora como Divergente o Sinsajo. Y sin embargo yo le pago el sueldo con mis impuestos. ¡Qué desgracia!
No entiendo cómo me pudo decir todos esos párrafos hermosos sobre mi hija al finalizar la primaria. Apenas la conocían, estaba la pobre aprendiendo inglés todavía para poder comunicarse con usted y sus compañeros. Sin embargo me escribió usted dos hojas diciendo cosas muy bonitas de mi hija, que si había hecho esto y lo otro y que progresaba adecuadamente. En ningún momento le puso usted ninguna nota, me comentó unos niveles y me dijo que no tenía que preocuparme. Que la niña todavía estaba aprendiendo la lengua todavía. Sepa usted que los profes de secundaria cogieron esos niveles al pie de la letra y la clasificaron para suspender lengua, suspender mates, suspender ciencias. ¿No sabe usted cómo funciona la enseñanza en su país? Clasifican a los niños, y les da igual si han sabido evaluarlos correctamente o no. Y cuando le expliqué al profesor de secundaria que porqué le decía a mi hija que tenía que ir a por un suspenso como nota final, me decía que la estadística de primaria mostraba eso. Y cuando le decía que estaba aprendiendo inglés, y que las notas en su país natal eran de notable, me decía que la estadística de primaria decía eso y que uno tenía que asegurarse que se cumplían las estadísticas, porque a los coles les daban puntos por cumplir con las estadísticas. Y que las notas sacadas en otro país no se podían traducir ni tener en cuenta. Y cuando le dije que me recomendara libros para levantarle la dichosa estadística a mi hija, me miró con la misma resistencia y negatividad con que lo había hecho usted en primaria. Me dijo que no hacía falta que mi hija tuviera apoyo extra en casa. ¿Por qué me dijo usted eso? Para poder cumplir con su dichosa estadística en la que mi hija estaba condenada a suspender porque así se había predicho. Pero ¿qué estadística? Son personas. Y si mis conocimientos y habilidades me permiten poder trabajar en otro país, las notas que sacó mi hija en otro país, si son tan importantes en este, deberían de ser tomadas en cuenta para su condenada estadística. Y además le digo que las personas no tienen por qué cumplir con estadísticos. Que las estadísticas se hacen a toro pasado para saber cómo va el cole, o la enseñanza y poner medidas, no para forzar a la gente a suspender. Si los maestros y profesores que tuve hubieran hecho lo que usted, yo no sabría ni leer, ni escribir, ni llevar mis cuentas en el banco. Mis maestros y profesores jamás le dijeron a nadie que no podía trabajar algo, ni que tenía que apuntar a un suspenso porque la estadística así lo dictaba. Mis maestros y profesores nos decían que trabajáramos, y luego sacábamos las notas. A veces trabajábamos mucho y sacábamos buenas notas, a veces no trabajábamos y no eran tan buenas, y a veces si no nos interesaba o nos descuidábamos venía el susto del suspenso. Porque el suspenso es un susto, no como usted le dice a mi hija: una buena nota. Todo el mundo sabía, profes, padres y alumnos, qué notas significaban haber trabajado (del aprobado hacia arriba) y cuáles no. Y usted le está diciendo a mi hija que sacar un suspenso es una buena cosa para ella. ¿Por qué? ¿Tanto le interesa a usted que mi hija no progrese en la vida? ¿Qué le ha hecho ella para que usted le corte las alas nada más empezar la clase? El problema de la inmigración al Reino Unido no lo ha creado mi hija, sino la educación de clases del Reino Unido. Los jóvenes no van a estudiar a ser enfermeros, porque llevan 10 años donde les han contado que está bien no hacer nada y no aprender y con 16 años no vas a pasarte 4 años recuperando el trabajo que no hiciste porque te hacía ilusión ser enfermera. Así que con buen sentido común, esa joven va y se coge un trabajo de camarera en el McDonald´s, sin saber que eso no le va a dar para vivir como ella quería. Tienen ustedes cada vez menos jóvenes con un nivel siquiera de FP, y vienen de otros países a coger los puesto de trabajo porque les han dado la enseñanza que necesitaban.
Pienso en los planes de otra amiga de enviar a su hijo a la universidad británica y me pregunto si la universidad británica será igual de mala que la enseñanza de primaria y secundaria. Quiero creer que no. Pero el otro día leí que era imposible suspender en la universidad británica. Y entonces me entró la duda. ¿Debería desconfiar de mi médico británico? ¿Sabrá lo mismo que un médico alemán o español?
Pienso en los planes de mi hermano de enviar a su hijo un año a la secundaria inglesa en el Reino Unido. Estoy hablando con él para que lo envíe a cualquier otro país de habla inglesa: EEUU, Irlanda, Nueva Zelanda, Australia o Sudáfrica. Seguro que es mucho mejor que estudiar en la enseñanza británica. Le cuento lo que ha pasado con mi hija, y no se lo puede creer. ¿Cómo se lo iban a creer? Tienen ustedes el secreto de la desgracia de la enseñanza británica muy bien guardado y encima quieren ustedes exportar una enseñanza que no sirve ni para hacer una FP al resto de los países. Los oigo hablar y escucho cómo hablan ustedes despreciativamente de la enseñanza en otros países. Esos son los países que les están proporcionado al Reino Unido profesionales que trabajan en empresas británicas.
No quiero terminar esta carta sin decirle que admiro la creatividad con la que se empeña usted en dar las clases. Debo decirle que en creatividad no hay quien le gane. He descubierto en ustedes los maestros británicos, una creatividad inmensa que se empeñan ustedes en poner en práctica. Pero déjeme decirle, que se han olvidado ustedes de lo básico, enseñar. Si es con creatividad mejor, pero enseñar.
Déjeme decirle también que admiro la capacidad que tienen ustedes de crear una emoción en clase. Pero déjeme decirle también que lo único que intenta usted es crear la emoción de pasárselo bien y divertirse. Como usted me dijo una vez lo más importante de un niño en el colegio es que se divierta todo el rato. Mire lo más importante es que aprenda. Que además se lo pasa bien haciéndolo, pues eso me parece un valor añadido. Pero lo más importante es que aprenda. Y déjeme decirle que para pasárselo bien todo el rato, llevo al niño a un parque de atracciones, o nos ponemos a ver una comedia, o nos contamos unos chistes, o nos echamos unas bromas. Déjeme decirle también que a mi niño le parecen importantes los animales, no divertidos. Déjeme decirle que existen más emociones que la diversión. A veces aprendemos cuando algo nos entristece, como la muerte de un familiar querido, y entonces comprendemos de verdad la muerte con todas sus consecuencias. A veces algo nos parece interesante y lo aprendemos. A veces nos parecen importantes los perros y aprendemos sobre perros. La única emoción en este mundo no es la diversión. Y para que haya diversión debe de haber momentos de no diversión. Y si no póngase usted a aprender sobre series de televisión de comedia, que se reducen a media hora, porque para más no da el cerebro. Los que trabajan en películas, teatro, o televisión le pueden asesorar sobre el amplio espectro de emociones que se puede sentir y a partir de ahí aprender.
Le digo también que me he arrepentido de emigrar al Reino Unido con mi familia. Que si lo llego a saber, emigro a Alemania, o a Finlandia. No lo hice a pesar de que me dijeron que no importaba que no supiera el idioma, que con inglés me iba a ir bien. Pero ahora me arrepiento, ojalá hubiera emigrado a cualquier país menos al Reino Unido, porque en esos otros países a mis hijos no se les habría discriminado en la enseñanza. A lo mejor por extranjeros después, pero no mientras les enseñaban.
Quiero terminar esta carta con una última pregunta ¿dónde pongo la reclamación de que usted no le enseñó a mis hijos lo que necesitaban de inglés, mates y ciencias o de lo que sea, porque los tenía clasificados en su respectiva clase social, económica o cultural? ¿Dónde pongo la reclamación para que enderecen ustedes el daño que le hicieron a mis hijos? Y ¿dónde pondrán la reclamación los miles de padres británicos que no saben que en los demás países la educación sirve para ofrecer igualdad de oportunidades?
Atentamente,

Una madre angustiada ante la desgracia de la enseñanza británica.



[1] FP: Formación Profesional

domingo, 17 de junio de 2018

El gran timo de las notas británicas


Es común que un niño que en medio de su educación española vaya a un colegio británico en Gran Bretaña por un año, regrese con unas notas mejores que las que saca en España, pero sin haber aprendido mucho más. Los padres se llevan la falsa impresión de que los colegios británicos son mejores. Los alumnos se llevan la falsa impresión de que los profesores británicos son mejores y de que ellos mismos son unos máquinas. Y los profesores españoles se quedan pensando ¿cómo lo habrán hecho los profesores británicos?

Pero ¿qué hay detrás de las notas británicas? El timo más grande que se haya visto en ningún sistema educativo del mundo. Un timo que ha hecho que incluso empresas y universidades británicas empiecen a exigir notas de sobresalientes en determinadas áreas como única garantía de haber adquirido unos conocimientos mínimos (no máximos), es decir un mínimo de suficiente en el sistema educativo español.

Como me dijo una madre española una vez: “mi hijo no sabe matemáticas, apenas saca un suficiente. Lo enviamos un año a Gran Bretaña y regresó con un sobresaliente. Pero sigue sin saber matemáticas. No lo entiendo.”

¿En qué consiste el timo de las notas británicas? En modificarlas según cuanto quieren estudiar los alumnos, disfrazado de “cuán difícil le parece el examen a un alumno”.
En España las notas siguen un sistema numérico que va del 0 al 10. 0 significa no haber sacado ningún punto en el examen, mientras que 10 significa haber hecho un examen perfecto, es decir sacar el 100% de los puntos. Se estipula que un 5 representa haber adquirido unos conocimientos mínimos puesto que se han sacado el 50% de los puntos. De esta manera las notas en España están relacionadas con lo que sabe el alumno y el esfuerzo que ha puesto.

Sistema de notas español
Total de puntos (%)
Nota numérica
Nota
0
0
Muy deficiente
10
1
Muy deficiente
20
2
Muy deficiente
30
3
Insuficiente
40
4
Insuficiente
50
5
Suficiente
60
6
Bien
70
7
Notable
80
8
Notable
90
9
Sobresaliente
100
10
Sobresaliente

En Gran Bretaña no. Las notas, antiguamente dadas con letras (A* (sobresaliente), A, B, C (suficiente), D, E, F (muy deficiente), G, U), ahora con números del 0 al 9, siendo 9 la máxima nota, no son indicativas de lo que sabe el alumno ni del esfuerzo que ha puesto (ver https://ncpontefract.ac.uk/average-gcse-point-scores-and-the-new-gcse-grades/). Las notas británicas indican sólo lo que sabes respecto a los demás alumnos que han hecho el examen en ese año. Es decir, si de repente todos los alumnos deciden no estudiar y el máximo de puntos conseguidos en todos los exámenes del país es un 65%, eso se “normaliza” y automáticamente se convierte en un sobresaliente, 9. El propósito es que siempre haya el mismo número de suficientes, notables, sobresalientes, etc. sin tener en cuenta la habilidad o esfuerzo del alumno. Esto explica casos como el arriba mencionado. Es más, de esta manera jamás se puede saber si una nueva metodología educativa es eficaz o no, puesto que la “normalización” produce siempre el mismo número de sobresalientes, notables, bienes, ... Un sistema educativo así diseñado jamás cambia sus valores de fracaso escolar y jamás necesita revisiones, ni regulaciones, puesto que está automáticamente regulado de forma engañosa. Las consecuencias son la bajada de la calidad de la enseñanza hasta límites insospechados. Ahora mismo se puede sacar un notable en matemáticas contestando correctamente un 48% de las preguntas, es decir sacando un 4.8. Los profesores no necesitan preocuparse por si los alumnos saben o no, puesto que cuando se ponen las notas eso da igual.

Pero ¿qué significa normalizar las notas? La normalización parte de la base de que cuando se hacen gráficos de las notas de una población, estos gráficos se parecen a la forma de una curva normal (una curva matemática). La curva normal es perfecta, pero la realidad de los datos se puede distanciar de dicha curva por distintos motivos. Lo que los británicos hacen es forzar las notas a que sigan esta curva, independientemente de cómo sean dichas notas. Es decir, antes de que se hagan los exámenes ya se ha decidido cuántos sobresalientes va a haber, cuántos bienes, etc. Da igual si el 50% de los alumnos se esfuerza para sacar un sobresaliente, jamás lo tendrán. Da igual si el 80% de los alumnos se empeñan en no estudiar matemáticas, seguirá habiendo la misma cantidad de aprobados que otros años. La nota media en el sistema educativo británico será siempre un suficiente, jamás se puede llegar a tener una nota media de notable como en Finlandia u otros países. El engaño está servido (http://bethebestteacher.com/grading-considerations/norm-referenced-grading ).

En Gran Bretaña la obtención de un suficiente se habría logrado con el siguiente número de preguntas correctas según el año y tipo de examen al que se presentaba. Véase el ejemplo de la casa examinadora de las prestigiosas universidades de Oxford y Cambridge:

Año (OCR)
Examen normal (higher tier)
Examen de fundamentos (nota máxima en este examen suficiente) (foundation tier)
2017
2
5
2015
3
6
2012
3
5
2010
3
6

Los datos con los que se hizo esta tabla se pueden encontrar en http://www.ocr.org.uk/Images/408084-new-gcse-9-1-grade-boundaries-june-2017.pdf, http://www.ocr.org.uk/Images/246983-unit-level-raw-mark-and-ums-grade-boundaries-june-2015-now-includes-gcse.pdf, http://www.ocr.org.uk/Images/16472-unit-level-raw-mark-grade-boundaries-june-2012.pdf  (Mathematics B Linear). Es decir, es más difícil aprobar un examen de fundamentos, diseñado especialmente para los niños que nunca llegarán, donde la nota máxima es un suficiente, que un examen normal donde la nota máxima es un sobresaliente. Lo cual representa otro timo más para los niños clasificados para el resto de su vida como “que nunca llegarán a nada” (ver La profunda crisis del profesorado británico).
Para la prestigiosa casa examinadora de Oxford y Cambridge (OCR) 5 preguntas bien contestadas en el año 2017 significarían casi un notable (7, el notable se consigue a partir de un 5.3) y en 2015 significaba casi un bien (6). A cambio de esta devaluación del conocimiento y esfuerzo del alumno se mantienen a todos los actores de la educación (alumnos, profesores, padres y gobierno) engañosamente contentos. Es decir, un notable británico de 2017 puede llegar a valer como máximo un suficiente en España, cuando no un insuficiente. Y las traducciones oficiales de notas deberían de tener en cuenta las diferencias entre el sistema de notas españoles y británicos.

Mientras que en España, y otros países, se sigue midiendo la habilidad y el esfuerzo del alumno, en Gran Bretaña ha habido una considerable bajada de la calidad de la enseñanza cuando se fuerza una nota de notable sobre un alumno que claramente o bien no sabe lo suficiente o bien no se esfuerza. Las notas británicas esconden de esta manera la ineficiencia y el fracaso de su modelo educativo. Se esconden de los alumnos, que nunca saben cómo conseguir una determinada nota en un determinado año. Se esconden de los padres, que no logran entender que sus hijos aprenden cuando claramente no saben. Se esconden del gobierno, siempre contento porque las estadísticas no se mueven en las últimas decenas de años. Se esconden de los profesores, acomodados a un sistema educativo que funciona como siempre, sin necesidad de reformas y sin entender por qué otros países parecen tener una educación de calidad superior. Es más, ya hay universidades británicas que están aplicando la normalización de las notas a sus alumnos universitarios. Es decir, condenan al fracaso a un tanto por ciento de sus alumnos estudien o no.

¿Cuáles son las ventajas de poner las notas a posteriori, es decir, cuando ya se sabe qué puntuaciones han sacado los alumnos? Se consigue engañar al gobierno de la nación, puesto que se consiguen las mismas notas de siempre. Se consigue engañar a la población puesto que se consiguen las mismas notas de siempre. Se consigue engañar a los padres, que aunque ven que es una buena nota, no logran entender la relación entre la nota y lo que sabe su hijo. Se consigue engañar a los alumnos, puesto que no hay que esforzarse para sacar una buena nota. Se consigue engañar a padres y alumnos extranjeros mediante la apariencia de un sistema educativo sin parangón, aunque los informes de PISA sugieran que existen problemas en la educación británica. El Reino Unido ha bajado del puesto 20 al 26 entre 2006 y 2015 en matemáticas (https://data.oecd.org/pisa/mathematics-performance-pisa.htm ). Se intenta engañar a empresas y universidades presentándoles gente aparentemente bien formada, pero que sin embargo no parecen poder trabajar o estudiar. Los grandes beneficiarios del timo de las notas son los innumerables colegios privados y públicos británicos que ofrecen estancias a los alumnos extranjeros. Colegios que se encuentran en plena expansión fuera de Gran Bretaña vendiendo una educación que no tienen. Los grandes perjudicados son los alumnos, alumnos extranjeros, cuyos padres pagan cantidades desorbitadas por una enseñanza que es peor que la que les ofrecen los colegios públicos de sus países de origen.

lunes, 14 de agosto de 2017

La diferencia astronómica entre la educación obligatoria británica y el resto de tu vida

Durante este nuevo curso 2016-17 los británicos han decidido reformar la parte obligatoria de su sistema educativo cambiando simplemente los nombres de las notas que se daban. Es decir, cambian de un sistema en letras a un sistema numérico del 1 al 9 (ver por ejemplo https://web.tgsch.uk/wp-content/uploads/2016/12/New-GCSE-Grade-MethodologyFEB2016.pdf ).
Nuevas notas
Antiguas notas
Equivalencia al sistema español
9
A*+/A*
Sobresaliente
8
A*- / A+
Notable
7
A/A-
Notable
6
B+/B
Bien
5
B-/C+
Suficiente
4
C/C-
Suficiente 
3
D
Insuficiente
2
E
Insuficiente
1
F/G
Insuficiente
0
U
Insuficiente

Lo curioso en este nuevo sistema es que el 4 puede ser un aprobado o un suspenso, según para quién. Ya antes de que salga la primera hornada de estudiantes con dichas notas han surgido los primeros problemas (ver http://www.bbc.co.uk/news/education-40418457). Y es que hay universidades que ya han decidido que elegirán a los alumnos por haber aprobado con un 5, y no a los que hayan aprobado con un 4. Las empresas no han tardado en seguir la forma de juzgar el aprobado de las universidades, y la aeroespacial GKN ya anuncia a colegios que no quiere tomar de aprendices a nadie que no haya sacado un 5. Y es que el aprobado de 5 se ha creado para poder compararse con otros sistemas educativos. ¿Será pues que las universidades no quieren alumnos de peor calidad que los internacionales? ¿Será que las empresas británicas no quieren trabajadores de peor calidad que los internaciones? Es decir, ¿tanto desconfían las universidades y empresas británicas del sistema educativo británico?
Pero empecemos por partes a desenmarañar el sistema de notas británico en la educación obligatoria. Lo primero que hay que saber es que no existe el certificado de haber adquirido una educación obligatoria, o título de graduado en ESO como en España, sino que se expiden certificados independientes por asignatura. El gobierno y el sistema educativo británico, con sus maestros y profesores incluidos, se lavan las manos sobre lo que el ciudadano debería haber aprendido como base para progresar en esta vida. Al no existir un título de la ESO, las empresas, el bachillerato y las universidades se han inventado un sistema para intentar ver si dicha persona sirve para trabajar. El sistema se llama “enséñame tus notas de la ESO y luego te digo si te quiero o no”.  Es un sistema perverso que persigue al ciudadano para el resto de su vida.
Ejemplos:


Cuando en el resto de los países europeos haber sacado un bachillerato, una FP, licenciatura o doctorado son prueba de que uno tiene su títulode la ESO, en el Reino Unido tal medida no existe. Y las personas que quieren un trabajo son juzgadas por lo que hicieron con 16 años para el resto de sus vidas. Mientras que en otros países el título de la ESO es simplemente un trámite para poder acceder a otra fase de la educación o un trabajo, en el Reino Unido las notas de las distintas asignaturas a los 16 años sirven para juzgar tus ganas de trabajar, y tus habilidades para el resto de tu vida. Mientras que en otros países el título de la ESO sirve como prueba de ser capaz de seguir progresando posteriormente, en el Reino Unido se considera que la gente no progresa más allá de lo que hizo a los 16 años. Es como si la FP no sirviera, como si el bachillerato no implicara haber hecho un esfuerzo más grande de superación, como si una licenciatura no llevara consigo unos conocimientos especializados aprendidos. En el Reino Unido no existe el progreso más allá de las notas que se consiguieron en la ESO.
¿Saben los alumnos a los 14, 15 o 16 años lo importante que son sus notas en el Reino Unido? No. Podría pensarse que son unos años difíciles para entender las consecuencias de tus notas para el resto de tu vida. Pero el problema no estriba ahí. Debido a la diferenciación de objetivos (ver “La profunda crisis del profesorado británico” https://educacionbritanica.blogspot.com.es/2017/04/la-profunda-crisis-del-profesorado.html ) tus profesores te han pre-asignado las notas que deberías sacar a partir de los 14 años. Y desde primero de primaria los maestros han ido personalizando los objetivos de acuerdo a tu situación social, económica, cultural y étnica entre otras. Y los profesores y maestros jamás hablan de suspenso, sino de notas. Y cualquier nota, desde el 1 hasta el 9, es buena si corresponde a los objetivos, y así se lo hacen saber a sus alumnos y padres. Las pobres criaturillas, que en teoría deberían hacer lo que dicen los profesores y maestros, se dedican a sacar sus 1, 2, 3 y 4 sin saber que luego ni las empresas ni la educación superior (y hablamos de FP) los van a querer (distintos cursos de FP exigen distinto número de asignaturas aprobadas en el Reino Unido). Es la perversión atacando a lo más vulnerable de la sociedad: los niños y adolescentes. Es la perversión atacando el futuro de un país.


En realidad, en el Reino Unido los colegios sólo se tienen que preocupar de que los alumnos asistan todos los días. De hecho el no asistir al colegio está penalizado hasta con 60 libras por día (https://www.gov.uk/school-attendance-absence/legal-action-to-enforce-school-attendance ), mientras que guiar a los niños y adolescentes a sacar notas de 1, 2, 3 y 4 no sólo no está penalizado sino que es totalmente legal y se premia siempre que logres que tus alumnos saquen las notas que predicen los objetivos. Y como consecuencia los estudiantes que se han mantenido artificialmente felices dentro del colegio se encuentran de golpe y porrazo con la realidad de no poder hacer nada sobre su futuro y con el cerebro lavado sobre lo tontos que son para intentar hacer algo.

¿Colegio británico?, no gracias

Volando, con mucho tiempo y leo que el Ronda de Iberia de enero 2020 tiene un reportaje especial sobre educación en el 2020. Y me encuentro...