Volando, con mucho tiempo y leo que el Ronda de Iberia de
enero 2020 tiene un reportaje especial sobre educación en el 2020. Y me
encuentro con que el reportaje es en realidad un anuncio publicitario que
empieza con el King´s College con el subtítulo de “Educación británica de
calidad”. Y me empiezo a reír por la ironía del subtítulo. Y de repente me
entra la tristeza, el horror de la educación británica, que jamás llega ni
llegará a la calidad de los colegios públicos de los distintos países europeos,
americanos, posiblemente asiáticos y africanos me atrevería a decir. Y empiezo
a entender que a base de decir en voz alta que la educación británica es de
calidad, los británicos han conseguido montar un lema que propicia colegios
británicos por doquier, engañando a padres y estudiantes en distintos países,
como si no fuera suficiente engañar a los padres y estudiantes británicos en el
Reino Unido. Y me acuerdo de Meghan Markle y de su decisión de abandonar el
Reino Unido, y pienso en lo beneficioso que sería para cualquier estudiante
abandonar un colegio británico e ir a un colegio público de su país o mandarlos
a todos fuera del Reino Unido a estudiar bajo el sistema educativo de cualquier
otro país. Sistemas educativos donde hay maestros y profesores cualificados,
que además se preocupan por el alumnado. Y pienso en los pobres padres, padres
que a lo mejor hacen sacrificios por mandar a sus hijos a un colegio británico
pensando que sus hijos tendrán más oportunidades. Padres que llegan a pagar los 3000 o 5000 euros anuales que puede llegar
a costar el King´s College. Padres que no saben que están metiendo a sus hijos
en la peor pesadilla educativa que probablemente existe ahora en el mundo.
Pero desgranemos partes del artículo. En el segundo párrafo
leemos sobre la calidad de la educación británica a través de un “currículo
británico” que “enfatiza fuertes valores académicos a través del aprendizaje
práctico”. El problema del currículo británico y de su aprendizaje práctico es
que el aprendizaje se hace a través de ejemplos muy concretos sin llegar jamás
a desarrollar el pensamiento abstracto. Las teorías
inacabadas sobre el pensamiento abstracto de Vygotsky son desconocidas para el
sistema educativo británico y sus pobremente cualificados maestros y
profesores. Ni siquiera en los departamentos de las universidades británicas se
conocen las teorías sobre pensamiento abstracto como muy bien me comentó en su
día la doctora Colette Murphy de la universidad Trinity College de Dublín
(Irlanda). Y ¿qué significa esto? Por ejemplo, que no es necesario enseñar
gramática, o la propiedad conmutativa de la suma. Según los pobremente
cualificados maestros y profesores británicos es imposible enseñar nada
abstracto antes de los 16 años. Pero no enseñar gramática, ni la propiedad
conmutativa de la suma implica una desventaja de entre 10-12 años para los
estudiantes que van a un colegio británico respecto de los estudiantes que van
a un colegio no británico. Una desventaja que hará que no sean tan ágiles a la
hora de cambiar de trabajo, ni de adaptarse a los posibles nuevos trabajos que
salgan.
Seguimos leyendo en ese segundo párrafo (página 56) sobre
los profesores “nativos” (de la Gran Bretaña) y “formados en Gran Bretaña”. Y
me echo a temblar. La triste realidad es que los profesores nativos no se saben
gramática inglesa, del inglés, porque hace más de 40 años que no se enseña en
los colegios británicos (ya sean públicos o privados). Es decir, cada profesor
británico sabe el inglés de su barrio. Así es como han conseguido los
británicos mantener sus distintas pronunciaciones por los siglos de los siglos.
No porque les guste el terruño, sino porque no tienen otra opción. Por lo que
esos profesores nativos enseñarán todos los errores de su barrio, puesto que no
han sido corregidos por ningún otro profesor. Esto hará que el inglés aprendido
en un colegio británico sea gramaticalmente débil, y por tanto no sirva para
conseguir trabajo. Y es que en Gran Bretaña las empresas no admiten currículos
mal escritos, sino que deben ser perfectos desde el punto de vista de la
gramática y la ortografía. O como me comentó una profesora nativa que mandaron
a Vietnam, “el British Council me dio un curso rápido de gramática inglesa para
ir al extranjero”. ¡Un curso rápido a los 21 años!
Es más, la formación del profesorado en Gran Bretaña deja
mucho que desear. Para empezar hace tiempo que no existe la formación del
maestro de primaria. Es decir, un maestro de primaria británico no puede
competir con ningún maestro de primaria no británico, ya sea español o
finlandés. Si se pregunta a los maestros de primaria formados en Gran Bretaña
como mucho dirán que han hecho un grado en estudios de “educación”. Pero estos estudios
no están dirigidos a convertirlos en maestros, sino que están combinados con
otros estudios como historia, gestión de empresas, recursos humanos. Y es que haciendo
estudios de educación se aprende a manejar el comportamiento de los niños. Algo
que las empresas entienden cómo manejar el comportamiento de las personas. Una
persona que hace estudios de educación está bastante bien considerada a la hora
de entrar en empresas, en puestos donde haya que gestionar a personas. Total,
lo más normal es encontrarse como maestro de primaria británico a alguien que
no tiene ni un tercio de la formación de los maestros europeos o americanos
(desde el Norte al Sur de América).
Siguiendo con la escasa cualificación del personal de un
colegio británico, existen 7 vías distintas para llegar al profesorado de secundaria, de las cuales sólo
2 incluyen un cierto grado de formación, mucho menor que el exigido en España.
Es decir, el profesorado británico de secundaria y bachillerato está
escasamente cualificado para enseñar de acuerdo con la regulación de los
sistemas educativos en otros países.
Todo esto lleva a la conclusión de que los colegios
británicos, por los que llega a pagarse hasta 20000 euros al año, son el timo
de la educación. Es más, la escasa formación de los maestros y profesores se
complementa con la clasificación de los estudiantes a la tierna
edad de 5 o 6 años de acuerdo con su entorno económico (adiós a mejores
oportunidades para estudiantes cuyos padres se están sacrificando), cultural
(adiós a mejores oportunidades para hijos cuyos padres tienen una pobre cultura
aunque hayan conseguido tener el negocio del siglo) o social (adiós a mejores
oportunidades para hijos cuyos padres tienen poco linaje social, como es el
caso de Meghan Markle).
Y es que la sociedad británica, en la que se ha desarrollado
la educación británica, está dividida en clases sociales, económicas y
culturales en la que uno nace, se desarrolla y muere. Un poco como las castas
hindúes de las que aprendemos en los libros. Una sociedad que no ha
evolucionado socialmente desde la Edad Media. Y por lo tanto el papel de los
maestros y profesores es mantener a cada niño en su sitio, asegurándose de que
vayan a estudiar o no lo que su clase social, económica o cultural les permite.
Y esto lo hacen usando estadísticas y unos apps desarrollados por ONGs como la
FFT (Fischer Family Trust) que les informa sobre lo
que los estudiantes pueden hacer en cada momento Es decir, no hace falta la
formación en un maestro o profesor británico porque no necesitan evaluar la
capacidad del alumnado para aprender en ningún momento. Basta con decirle a un
niño durante 10-12 años de su vida qué ejercicios puede o no puede practicar. Y esta
es la razón por la que los libros británicos están divididos por niveles, que
se adjudican por estatus social, económico o cultural.
Y luego llega el testimonio de una alumna, que después de
pasar por un colegio británico no le queda otra opción que ir a una universidad
británica donde verá cómo sus compañeros provenientes de colegios no británicos
están mejor preparados que ella. Y es que las famosas universidades de Oxford y
Cambridge, en las que teóricamente se entra con un notable o sobresaliente, en
realidad están pidiendo el equivalente de un suficiente no británico. Porque hasta las notas británicas son otro timo a
nivel nacional. Se da un notable en
matemáticas si se saca un 4.8 en el examen nacional, algo nunca visto en ningún
otro país.
Pero lo peor del testimonio de la alumna es que en el
colegio británico “nos hicieron sentir que podíamos lograr nuestros objetivos”.
No es lo mismo los objetivos en la educación española, donde los maestros y
profesores quieren que todos los alumnos aprendan todo, que los objetivos de la
educación británica, asignados de acuerdo con el estatus social, económico o
cultura, donde los maestros y profesores quieren que los alumnos aprendan
mucho, algo o poco según su estatus. Es decir, en un colegio británico a Meghan
Markle le tocaría haber aprendido 3 de cada 10 objetivos, mientras que al
príncipe Harry le tocaba haber aprendido 10 objetivos de cada 10. Y tanto a
Meghan como a Harry les habrían dicho lo bien que lo estaban haciendo con sus
correspondientes objetivos. Para cuando hubiera llegado al final de la
secundaria Meghan habría visto sus posibilidades de salir adelante visiblemente
reducidas, mientras que Harry tendría todas las posibilidades para hacerse un futuro.
Y pasando página nos encontramos con “metodologías
pedagógicas innovadoras”. Cuando no existe la profesionalidad entre maestros y
profesores cualquier pedagogía es válida, puesto que no tiene por qué ser
defendida, ni probada. Esto puede llevar a catástrofes tales como dejar que los
alumnos aprendan ellos solos. ¿Se imaginan si yo le dijera mi niño de 2 años
aprende tú sólo a manejar un cuchillo?
Y por último me da pena que otros colegios privados
españoles aparezcan al lado del reportaje sobre la enseñanza británica. Los
colegios privados españoles harían bien en separarse de los ideales de la
educación británica que no llevan a ninguna parte. Primero porque no lo
necesitan, segundo porque la inferior calidad educativa de los colegios
británicos les podría salpicar en un futuro próximo.
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